Que la Luna te guarde
entre la luz de su bruma
y el calor de su blanco nácar,
que te acoja en su cuna
para soñar que estamos juntos
cuando la distancia se deslice
entre dos corazones que se aman;
para mimar nuestros cuerpos
con los deseos de las almas
y la pálida luz del amor,
que pinta la ausencia
en anhelada y perenne presencia.
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